EL NACIMIENTO DEL COFRADE, LA HERMANDAD Y LA COFRADÍA


La Semana Santa, se concibe, como un milagro de la primavera, un milagro que quiso adornar a esta tierra, como a ninguna otra, de bellezas y virtudes, y la hizo marco adecuado para los misterios únicos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

 

En el milagro religioso de la primavera, de la mano de ese niño nazareno, ha llegado la Hermandad y la Cofradía, y con ella, como instrumento del milagro obrado para su nacimiento, el cofrade.

Fue un día brillante de esa anunciada primavera, cuando Dios le concedió a Moriles la dicha de dar a la luz, en un parto glorioso, al cofrade.

 

 

Y, ¿quién es el cofrade?. El cofrade es un morilense de nacimiento o de adopción, es alguien que tiene en sí el espíritu radiante de gracia y sensibilidad de Moriles. Es alguien que es cofrade por la gracia de Dios.

Por todo ello, el cofrade es alguien que apareció a la vida saltándose graciosamente todas las exactas leyes de la genética. En realidad ni ha nacido así ni se ha hecho, sino que un buen día y gracias a su Fe y a su especial sensibilidad se había sentido cofrade, y con ello, consciente o no, descubre una forma de acercarse a Dios a través de la Hermandad y de mostrarlo a los demás a través de la Cofradía.

Sí, la Hermandad. Cenáculo espiritual para vivir en la convivencia la Fe. Fundamento único de la Hermandad como camino de la Fe. De esa Fe que es creer en lo que no se ve, y creer porque se nos ha revelado que existe. Difícil establecer un concepto de la Fe porque no es sino un sentimiento sin explicación.

Y si la Hermandad es convivencia en la Fe, la Cofradía es el vehículo de la Hermandad para pregonarla en la calle.

Pero, ¿Es un anacronismo la cofradía en la calle en pleno siglo XXI?

Ciertamente cuando la llegada del hombre a la Luna ya es un capítulo antiguo de nuestra historia, cuando hablamos de aviones espías sin pilotos, de bombas inteligentes, de comunicación sin cables, de ordenadores que se vuelven obsoletos en sólo meses, de internet, de correo electrónico, de vídeo-conferencias y de no sé cuántas cosas más, nos podríamos engañar para concluir que efectivamente la Cofradía es un anacronismo.

Frente a ello es preciso recordar que el hombre y su técnica siguen sin ser infinitos. Todavía no hemos encontrado explicación para el origen del universo, ni definitivas soluciones para algunas enfermedades, ni una fórmula para la paz mundial.

 

Seguimos necesitando, lo llamen como lo llamen, de un Dios, ese que nosotros a través de una imagen ponemos en la calle.

El mundo no será mundo cuando la marcha Amargura no nos encoja el corazón pensando en el infinito dolor de una madre que pierde a su hijo; no seremos humanos cuando los sones de una marcha del Imperio Romano, nos ponga el vello de punta o no nos eclipsemos al ver el llanto único de la Virgen de los Dolores, y nos traslade, entre columnas de incienso, a un cielo donde sabemos que el dolor humano tiene un fin que en este mundo es inalcanzable.

Por eso, simplemente por eso, necesitamos más que nunca de la Cofradía, que es tanto como poner a Dios en la calle al alcance de todo el pueblo sin distingo alguno de clases.

Abramos las puertas de las iglesia y de nuestras casas de hermandad, en la que tengan cabida, morilenses y visitantes.

Por eso, sólo por eso, Jesús Preso, pureza de nacimiento, transformación en madera de la sagrada forma, tenemos que esperarte cada Jueves Santo atravesando las claves del centro de nuestro pueblo y de nuestras almas: Cristo en la calle como centro de una gran fiesta, pero de una fiesta, cofrades, y así tenemos que demostrarlo y defenderlo, que no es que tenga un trasfondo religioso sino un único fundamento religioso que se enriquece con el arte, las costumbres y todo lo que lo rodea, verdad y mucha verdad, que la verdad no está reñida con la manera de vivir Moriles su Semana Santa.

 

Jesús M. Hinojosa Cabezas

Secretario de la Agrupación General de Hermandades y Cofradías de Moriles.